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viernes, 28 de septiembre de 2012

Escenografías.

Hace poco me puse a leer Cuadernos BDSM antiguos, que no conocía. Estuve leyendo precisamente el nº 1 (febrero 2007), un artículo firmado por Leo ("La sencillez de complicar las cosas"), en el que explica que el BDSM puede ser algo complejo y muy escenificado (supongo que se refiere en concreto a las sesiones), o algo más sencillo, de andar por casa. Estoy completamente de acuerdo con ella en que no se puede limitar la forma de cada uno de vivir el BDSM, por lo que tanto las formas más escificadas como las de andar por casa son igual de válidas. Si me preguntan a mí, personalmente me parecen más atractivas las de andar por casa, porque aunque un corsé, unas botas altas... me exciten profundamente, la cotidianidad del andar por casa me resulta especialmente real. Es decir, tengo la sensación de vivir algo más real si andamos por casa que si se hace una escena.

En cualquier caso, con excusa de este artículo, que me pareció realmente interesante, quería darle una vuelta de tuerca menos física a la dicotomía Escena Vs. Andar por casa. Me refiero con ello a las distintas maneras de evidenciar la sumisión (o la dominación, según desde qué lado se vea) en una relación D/s. En ese sentido es evidente que en el juego siempre hay escenificación, y ponerse a cuatro patas, por ejemplo, no es algo que uno haga desde la cotidianidad, sino desde la escenificación. Fuera del juego... Fuera del juego no se deja de evidenciar, en una relación, la dominación y la sumisión.

Recientemente, hablando con la persona que me guía en el BDSM, me decía que ella no necesita que un sumiso lleve un collar suyo, que el collar se lleva en el interior y que el sumiso ya sabe de quién es propiedad. Aunque personalmente la idea de llevar un collar con el nombre de mi Dueña (el día que decida tomar posesión de mí) es algo que me atrae profundamente (en nuestras vidas necesitamos a menudo escenificar, como escenifican los aficionados al fútbol que son de tal equipo llevando los colores, como escenifican los casados que lo son llevando anillos...), entiendo que llevar el collar en el interior es algo mucho más impotante que llevarlo en el cuello. En ese sentido, no pocas veces, los sumisos (y no pocos Amos) pretendemos escenificar algo cuando aún no se da. En ese sentido se está escenificando más un deseo que una realidad.

Está claro que una relación, del tipo que sea, ha de escenificarse. Quiero decir, está muy bien que yo me sienta sumiso de mi Dueña, y obre en consecuencia... pero además hay una serie de gestos que tienen como objeto únicamente demostrar, hacer ver, esa sumisión. Esta escenificación, que tiene el único fin de mostrarse sumiso o de mostrarse Dominante, es en sí, un ejercicio de sumisión o de dominación. Ejemplo, ¿de qué sirve ponerse de rodillas? Ponerse de rodillas sirve, únicamente, para mostrarte sumiso. ¿Eres menos sumiso cuando estás de pie? Evidentemente no. Ponerse de rodillas es una escenificación, pero es, a la vez, un acto de sumisión. Por ejemplo, si me ordenan ponerme de rodillas en una situación para mí poco agradable (en un lugar público, donde estoy sometido a las miradas), es en sí un acto de sumisión. Yo mismo, desde hace algún tiempo, siempre que estoy en presencia de la persona que me guía, he de beber en una pagita que lleva un pene de plástico (de estos de despedida de soltera). Evidentemente, cuando estoy con ella a solas, o con gente del mundo BDSM, este gesto es sólo un gesto, pues no me supone ningún esfuerzo. Cuando salgo a la calle y tengo que usarlo en un bar lleno de gente... El gesto ya cobra un valor más allá del simbólico, para ser un acto de sumisión en sí.



La pajita de la que bebo delante de la persona que me guía

De este tipo de escenificaciones y de gestos quería yo hablar. Hay gestos que pueden ser muy evidentes, por ejemplo, ir de una correa, y otros que pasan desapercibidos, por ejemplo, pedir permiso antes de levantarse al servicio. Ambos son gestos que evidencian (sea de forma notoria o discreta, pero en ambos casos, clara) la relación D/s. La carga fetichista y erótica de ir por la calle con una correa puede ser mucho mayor que la de pedir permiso para ir al servicio, pero no supone, a mi juicio, una entrega mayor que pedir permiso para ir al baño. Está claro que las dos cosas se pueden convinar, se combinar, y en un momento de juego, puedes escenificar tu sumisión de la forma más bizarra, más teatral y más fetichista del mundo... Pero también está claro que no siempre puedes hacerlo (me pregunto cuánto tiempo pasaría hasta que me parase la policía si ando por el centro de Oviedo en pelotas con una correa al cuello). En lugar de eso, siempre (o casi) puedes tener gestos de dominación o de sumisión de tipo cotidiano. "Evidentemente ―decía la persona que me guía― no te voy a decir que si tu madre está sentada a la mesa me digas 'Ama, ¿puedo ir al baño?', pero sí que esperaría un gesto", esos gestos y esas formas de mostrarte sumiso o dominante que, en ocasiones, nadie más nota. Evidentemente no va a decirme delante de un familiar, por seguir el ejemplo, "perro, a mis pies", pero sí que puede esperar a que sea yo quien le llene la copa o le retire el abrigo, escenificando así, sólo para los ojos que lo sepan ver, su dominación.

Con ello no quiero menospreciar los gestos más pomposos, que siempre son atractivos y que siempre forman parte del juego, pero sí que hay que revalorizar los gestos más sutiles, que, a menudo, hacen patente la dominación o la sumisión de uno en situaciones en las que, de otra forma no sería posible. Esta escenificación de baja intensidad, de andar por casa, puede resultar, además, sumamente excitante.

1 comentario:

  1. para mi es mucho mejor, y me hace sentir mas sumisa encender un cigarro, preparar la ropa que se a de poner, o cualquier cosa cotidiana, que todo el teatro del mundo, por que a fin de cuentas, los teatros son solo eso, no me siento mas sumisa si estoy en el suelo a sus pies, agustito si, pero no mas sumisa.

    Como siempre digo, lo natural siempre es mucho mejor!!

    Saludos :)

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