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miércoles, 26 de septiembre de 2012

Pulsos, desilusiones y esperanzas.

Como sumiso tengo el deseo firme de satisfacer en todo lo que que espera de mí a la persona que quiero que algún día sea mi Dueña. Como persona tengo días mejores, días peores y días en los que me apetece mandarlo todo a la mierda (no me refiero al BDSM, me refiero a todo en la vida) y en los que me gustaría decir "voy a hacer lo que me sale de los cojones". En ocasiones todos entramos en contradicción, y las contradicciones de un sumiso son siempre complicadas, porque no son como las cotradicciones de las personas vainilla. No son iguales porque las personas vainilla tienen más capacidad de decidir lo que hacen. Evidentemente, todos tenemos gente ante la que responder, pero la necesidad de responder ante alguien, es mucho menor en una relación vainilla del tipo que sea (es decir, ya sea con una pareja, con un amigo, con el jefe...) que en una relación D/s. Eso es lo que hace que las relaciones D/s sean tan intensas, tan emocionantes, pero también lo que hace que puedan llegar a ser tan frustrantes. A uno le encantaría que un Ama estuviese siempre ahí para azotarle, estrujarle los testículos... y no tanto para indicarle que debe cumplir con sus obligaciones, para regañarle... o para tomar decisiones que a uno no le gustan. Como con la novia, como con los amigos, como con el trabajo... Uno disfruta de follar, de ir al cine o de quedarse en casa con la novia, pero le da por el saco que la novia le eche en cara que no pasa tiempo con ella o que deja la tapa levantada. Uno disfruta de salir de comediona con los amigos, pero le da por el saco cuando tiene que aguantar algún reproche (hay que decir que las de amistad suelen ser las relaciones menos exigentes, a tu amigo le da igual cómo dejes la tapa del váter o si te la meneas más o menos). Del mismo modo, uno prefiriría a veces más sesiones y menos regañinas. Pero del mismo modo que la diferencia entre una novia y una tía con la que follas y punto es que tenéis un proyecto en común, y por eso le jode que te dejes la tapa levantada o que no pases más tiempo con ella, del mismo modo que lo que diferencia a los amigos de verdad de los de tomar copas y punto son esos momentos en los que tienes que estar a las duras, lo que diferencia una relación D/s de una sesión es todo aquello que no es sesión. Cumplir las obligaciones, recibir las regañinas, tener que contar con la parte Dominante para cosas como irse a tomar una caña por ahí...



Sí, eso es lo que joroba de una relación D/s, lo que no es sesión. Pero también es lo que más te gusta. Sentirte verdaderamente dominado, sentir que hay un vínculo que te une a alguien, que va mucho más allá de la sesión. Alguna vez lo dije, yo pagué por sesiones a profesionales. Y disfruté... Y (sin ánimo de menoscabar a las profesionales) siempre volví a casa con una sensación de vacío, de pensar "sí, estuvo bien, pero ¿y qué más?" Ese "y qué más" es precisamente lo que hay fuera de la sesión. Y sí, fuera de la sesión hay regañinas, hay desilusiones ¿por qué no decirlo? No vamos a idealizar ningún tipo de relación, igual que los Amos también sufrirán desilusiones cuando ven que su sumiso no hace lo que esperan de él. Pero fuera de la sesión también hay sonrisas que valen un mundo, un guiño de ojos, una broma, confianza, cariño, y ese sentirse protegido y valorado por la parte Dominante.

Y ya que hablé de desilusiones, y hablando siempre desde el punto de vista del sumiso, sí, habrá ocasiones en las que un sumiso se sienta decepcionado con el Dominante (independientemente de las razones) y otras en las que se sienta desilusionado consigo mismo. Consigo mismo por no ser capaz de hacer lo que el Dominante espera de él. Y habrá ocasiones en las que el sumiso se sienta decepcionado con la situación. Es decir, momentos en los que el sumiso (y supongo que también el Dominante) piense "me gustaría estar viviendo otra cosa".

Y las personas tenemos la tendencia a que cuando las cosas no salen a nuestro gusto, intentamos forzar que salgan a nuestro gusto, lo que en ocasiones es una virtud y en ocasiones un defecto. Así, cuando como sumiso, intento forzar que las cosas sean como yo quiero esforzándome por dar más de mí, por hacer las cosas bien y disfrutar con ello, entonces es una virtud. Cuando intento que las cosas sean como yo quiero echando un pulso a la parte Dominante, intentando forzar sus decisiones, intentando (con o sin éxito) la dominación desde abajo, entonces es un defecto. Un defecto que puede dar al traste con una relación D/s, máxime cuando ésta está aún por consolidar.

Ahora bien, un sumiso puede intentar el engaño, el pulso, la dominación desde abajo conscientemente o sin darse cuenta. Un sumiso puede intentar hacer pasar por el aro al Dominante o simplemente puede que crea que está haciendo valer sus demandas, sus necesidades... y estar intentando, sin saberlo, hacer pasar por el aro al Dominante. La diferencia es de intencionalidad, pero como siempre digo, de intenciones no se vive. Una relación D/s (o del tipo que sea) no sale adelante nada más con las intenciones. Yo estuve haciendole un pulso a la persona a la que no debería hacerle pulsos. A la persona a la que nunca imaginé que haría pulsos, porque siempre pensé que no sentiría la necesidad de hacer pulsos a nadie, y menos a la persona que me guía.

¿Qué es lo que hace que un sumiso se comporte de esta manera? O mejor dicho, ¿qué es lo que hace que este sumiso se comporte de esta manera? Pues bien, supongo que la inexperiencia ayuda mucho a meter la pata. También las prisas y también la propia voluntad, el querer hacer lo que uno quiere (que es natural). Supongo que a veces pasa que uno desea con todas sus fuerzas ser dominado, estar a los pies de la que con todas sus fuerzas quiere que sea su Dueña, pero por otro lado no quiere renunciar a su propio ser, y aunque es cierto que nadie le está pidiendo que renuncie a su ser, que nadie espera eso de él (es más, quizá lo que se espere sea todo lo contrario), no puede evitar sentir que está renunciando a una parte de su yo vainilla. Quizá a la parte que está renunciando es a su egoísmo, quizá esté uno abandonando sus propias miserias, o eso es al menos lo que puede que tenga que hacer. Pero sí, nuestras miserias son una mierda, nos empobrecen, son un lastre que hay que soltar. Pero son nuestras. Forman parte de nosotros y, en parte, nos definen. Son nuestras miserias, más que nuestras virtudes, las que hacen que yo sea quien soy. Y M. puede ser, es, un zoquete, pero hace ya 28 años que lo llevo a mi chepa todo el día, y le tengo cierto cariño. Y M. no sería nadie sin guau-guau, y guau-guau es M., forma parte de él. Y guau-guau se esfuerza por mejorar a M., lo que implica, en parte, matarlo, para resucitarlo convertido en un nuevo hombre, porque el nuevo hombre (preconizaban los viejos leninistas) es un hombre libre de miserias.

Esas miserias son las que le echan un pulso a guau-guau, y con ello a la persona a la que quiero pertenecer. Pulsos en los que, manifiestamente, me opongo a ella. En los que abiertamente le llevo la contraria y busco forzar sus decisiones. Como si acaso yo fuese dueño de las mías, no ya por ser sumiso, sino por ser persona, pues creo que nadie es dueño de sí mismo, somos esclavos de muchas cosas, de las circunstancias, de los deseos, de los sueños, de los miedos, de la cultura, de la educación, de nuestras miserias... Y de ese sentimiento que brota en nuestro pecho, removiendo las vísceras con dolor al penetrar cada vez más adentro, dando, como los árboles al suelo, vida.

En uno de mis primeros post defendí que el BDSM constituye una sexualidad revolucionaria (olvidé quizá plantear que es una afectividad revolucionaria). La revolución constituye siempre confrontación. La confrontación de las ideas nuevas frente a las viejas, del que defiende el cambio frente al que defiende el inmovilismo... Y olvidamos, muy a menudo, que la principal revolución no se da ahí fuera (por ejemplo, no se da al hacer ver a los vainillas la normalidad de nuestra afectivo-sexualidad, o al menos no se da sólo ahí). La revolución se da a nosotros mismos, porque, como el Diablo, "somos legión", ello es, dentro de mí hay muchos yos y los intereses y las pulsiones de mis distintos yos a veces resultan antagónicos, y surge la lucha con uno mismo. Una lucha paradógica, en la que sólo yo puedo ganar, pero sólo yo puedo perder.


Aprender y avanzar, porque los pasos que yo doy hacia atrás acabamos retrocediéndolos los dos.



3 comentarios:

  1. Joer, si es que te leo y parece que a salido de mi cabeza.

    Mira, lo de los pulsos... Si eres asi, si lo necesitas, no te tortures por que no cambiara, a medida que pase el tiempo no lo haras tanto, pero siempre tendras ese momento de, "Esta vez puedo yo mas, ya veras " y no, no puedes jajajajaja

    Por otra parte creo que eso un buen Dom lo aprecia, que sentido tiene dominar algo que se deja dominar sin ninguna resistencia??

    Que aburrido no??


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  2. xD No sé si todo el mundo estará de acuerdo... jajaja.
    En cualquier caso lo que no quiero es hacer chantage emocional, y a veces puedo caer en ello...

    Gracias por tus comentarios, nim, siempre me sacan una sonrisa :)

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  3. Bueno, eso es innato en todos, sumisos, Dominates, vainillas, chocolateros...Todos lo hacemos alguna vez, pero como todos los defectos, lo importante es verlo he intentar no hacerlo ;)

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