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miércoles, 17 de octubre de 2012

Por primera vez.

Tiempo de matar y tiempo de sanar; tiempo de destruir y tiempo de construir. 
Eclesiastés 21:3:1

A veces uno piensa que las cosas son como son porque no pueden ser de otra forma. A veces hipernaturalizamos las experiencias, y así, somos incapaces de imaginar cómo serían nuestras vidas si fuesen de otra forma. Pero igual que nosotros tenemos la vida que tenemos, otras personas tienen vidas completamente distintas. A menudo, al pasar delante del monasterio de S. Pelayo, en Oviedo, miro hacia las ventanas de las celdas y pienso en las monjas. Pienso en cómo tiene que ser la vida de una monja de clausura, y pienso en qué es lo que puede llevar a una persona a llevar esa vida (porque hay mucha gente con fe, y no por eso se menten a monjas, y menos de clausura). Supongo que cuando oyen a la gente volver a casa de juerga pensarán lo mismo. Pensarán en qué pensamos las personas que pasamos por la calle y cómo serán nuestras vidas.

Yo también pensé que mi vida era precisamente eso, mi vida, que había otras, se podían vivir otras, pero la mía era la que era la que yo estaba viviendo, y no me imaginaba viviendo otra. Y en mi vida había muchas cosas, y una de ellas el BDSM, pero el BDSM consistía en, como digo muchas veces, hacerme una paja delante del ordenador. Cuando empecé a vivir el BDSM ya de una forma activa, a sentirlo realmente, pensé que mi vida era la misma, pero haciendo una cosa que hasta entonces no había hecho. Ein!! error. Poco a poco voy descubriendo que mi vida no es la misma, que mi mente no es la misma, y que hago las mismas cosas que siempre, pero que hay algo diferente en todo ello. Ese algo diferente es difícil de explicar. Es saber que hay algo más que el morbo, saber que hay un sentimiento nuevo, un sentimiento que te llena, al que cuesta ponerle nombre, pero que te hierve en las entrañas y te crece dentro, haciéndote feliz.

Y mi vida va cambiando poco a poco, y eso no siempre es fácil. Hay momentos perfectos, y momentos desastrosos, sentimientos que te llenan, y otros que te vacían por completo. Y eso es también bueno, por mucho que pueda doler. Es bueno vaciarte por completo, para poder llenarte de nuevo de cosas nuevas, y así poder avanzar, corregir errores y convertirte en la persona que quieres ser.

Hay un tiempo para avanzar, otro para parar, y espero que otro para seguir avanzando. Este quizá es un momento duro, un momento para parar, porque hay que saber hacia dónde se camina, si se quiere caminar.

Hay momentos en los que sólo se ve oscuridad, y la oscuridad nos ciega. Hay momentos en los que nada parece tener sentido, en los que parece que no hay salida. Pero siempre hay salida, si sabes dónde buscarla, porque cuando se cierra una puerta, se abre una ventana. Quizá no hoy, ni mañana, pero la fruta no madura en dos días, y hay que esperar lo que haya que esperar. Porque hay momentos en los que el mundo se viene abajo, y de esos momentos se sacan las fuerzas para volver a levantar el mundo, para levantarlo y reconstruírlo para que sea como tiene que ser.

Y eso es un trabajo de titanes, pero merece la pena, al menos intentarlo.





2 comentarios:

  1. No se muy bien a que te refieres en esta entrada, puedo ver en tus palabras algunos de mis momentos, pero claro, no tienen por que ser los mismos, sea como sea, todas las etapas son buenas, por que todas nos enseñan algo.

    Hoy te dejo un beso va, que estoy generosa jejeje ;)

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  2. Jajaja, gracias por el beso y por tus palabras, nim. No sé si todas las etapas son buenas o no, pero sí que algo nos tienen que enseñar. Otro besote para ti :)

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