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viernes, 19 de octubre de 2012

Normalidad, "porque hay muchos tipos de perros".

Un debate que muy a menudo me encuentro en foros, chats, reuniones... es el debate sobre la visibilización del BDSM, y de nosotros, como practicantes de BDSM (aunque más que una práctica es una vivencia) en el conjunto de la sociedad. Hay gente que plantea que hay que vivir el BDSM públicamente, como pasa con las orientaciones sexuales (no obstante, en la comunidad LGTB, por ejemplo, ese es también un debate eterno, y mucha gente sigue defendiendo vivir en el armario). Otra gente lo que defiende es justo todo lo contrario, que hay que ser cauto, no compartir a la ligera una forma de vida que es aún incomprendida y con la que nos pueden hacer mucho daño.

Como siempre, creo que las ideas que a menudo aparecen como opuestas, muchas veces no son tan opuestas, y del mismo modo que no hablo de otros aspectos de mi sexualidad, ni de mi privacidad no sexual, en la cola de la carnicería, no lo hago con el BDSM, pero del mismo modo que con amigos y gente querida sí puedo hablar de mis cosas íntimas, ¿por qué no de BDSM? Con todo, eso es así a medias. Realmente no le cuento a mis amigos que practico BDSM, como sí les puedo contar otros aspectos de mi sexualidad. Porque en el fondo siempre existe el miedo a que no lo entiendan, existe el miedo a que no sean capaces de entender lo que nosotros mismos estamos convencidos que es dificilísimo de entender, pues quizá a nosotros mismos nos costó entenderlo y aceptarlo.



Llevo muy poco tiempo viviendo el BDSM, pero dentro de este poco tiempo, llevo bastante queriendo salir del armario, al menos en determinados entornos. A veces, cuando hablo de que quiero salir del armario temo que haya gente que piense en ello como en un ejercicio de exhibicionismo emocional. No, no se trata de eso, ni creo que el exhibicionismo moral sea sano (aunque no estoy yo para dar lecciones a nadie). No encuentro ningún interés en salir a la calle gritando "SOY SUMISO, SOY SUMISO", y tocando el chiflo del afilador, del mismo modo que no salgo a la calle gritando "AYER ECHÉ UN POLVO", o cualquier otra cosa, pero sí que encuentro mucho atractivo en estar con los amigos, y del mismo modo que puedo comentar "pues me gustaría  acostarme con Menganita", poder comentar "pues me gustaría que Menganita me pusiese el culo como un tomate". O del mismo modo que alguien entra por la puerta y te dice, "mira, aquí está mi novia", que alguien entre por la puerta y pueda decir "mira, aquí está mi Ama". Lo que viene siendo, normalidad. Pero lo cierto es que no vivimos en esa situación, y por más que presumamos de vivir en una sociedad tolerante, vivimos en una sociedad donde aún es posible encontrar una pareja homosexual por la calle que, al saber que son vistos, se sueltan de la mano rápidamente y disimulan. Estamos muy muy lejos de poder encontrar, no digo ya una persona paseando con correa a otra, sino de poder manifestar públicamente nuestra opción sexual.

Con todo, creo en el concepto de activismo BDSM (que sé que muchos cuestionan, y que muchos de los que leéis este blog, gracias por hacerlo, por cierto, cuestionáis), y creo que para que algún día llegue que la gente pueda hacer pública con naturalidad su opción sexual, hay que trabajar duro.

Hablando de eso, en algún post, algunas personas me comentaron que ellas ya hacían su vida BDSM pública en su entorno (supongo que eso ya depende del entorno de cada uno), y que no tenían problema. Y aunque en aquel momento yo lo cuestioné, hoy me tengo que corregir, al menos parcialmente. Hace mucho tiempo (dentro del poco tiempo que llevo en el mundo BDSM) que quería salir del armario, y empezar a hacer normal lo que tendría que ser normal. Por ello, ayer hablé con un amigo que es para mí como un hermano (ya anteriormente había hablado con una amiga, que también es una hermana para mí, y con un par de amigos de esos que también te dejan una huella profunda en el corazón). La cosa es que la conversación de ayer me sirvió para entender un par de cosas sobre el BDSM, y es muy curioso que esas cosas me las explicase alguien que no conocía nada de BDSM, sólo lo que pudo ver en un reportaje sobre ponyboys.

Las veces que le conté a alguien mi identidad sumisa, siempre di por hecho que lo más físico (los azotes, la humillación, los fustazos, pinzas...) sería más fácil de entender, porque al fin, no es más que una práctica sexual. Pero lo emocional, la entrega, la sumisión... sería más difícil de entender (quizá fue más difícil de asimilar para mí), puesto que se supone que, en el mundo vainilla, aspiramos a relaciones igualitarias entre hombres y mujeres. Hablando de ello con mi amigo, me dijo algo muy muy curioso. Que en el reportaje que vio sobre ponyboys, salía una dómina explicando que el sentimiento que siente por su sumiso, es el que una amazona puede sentir por su caballo. Más allá de lo literario de la referencia, me pareció interesante la comparación. Él decía que entendía el sentimiento, en la medida de que él le tenía mucho cariño a su perro, por ejemplo. A lo que yo le pregunté, "¿pero te imaginas tú sientiendo lo que pueda sentir el perro?", "no, yo no me veo de perro, pero mucha gente sí. Hay muchos perros, perros de sus trabajos, de sus jefes, en sus parejas...". La diferencia, fundamental, es que esos perros en realidad son menos libres, porque son  sumisos de sus jefes, de sus parejas, de su situación... porque o bien no les queda otro remedio, o bien no tienen el arrojo para cambiar una situación que no les gusta. En cambio nosotros somos perros más libres, vamos y venimos porque queremos, queremos ser sumisos y nos esforzamos por ello. Como alguien dijo, "mis perros están mejor educados, tú los atas, yo los llevo sueltos".

Muchas veces los bedesemeros tenemos una doble vida, nuestra vida normal, y la BDSM, y así se lo planteaba yo a mi amigo, que me miró muy serio y me dijo, "¿Qué es eso de la vida normal? Esto que a ti te gusta también es normal, ¿por qué separas? Es como si un gay hiciese su vida normal y su vida gay, ¿no?". Realmente eso me dejó callado. ¿No estaremos nosotros mismos quitándole normalidad a lo que es completamente normal? ¿No estaremos enfrascándonos en el morbo de lo anormal, lo prohibido, en lugar de normalizar una situación y unos sentimientos?

Realmente, nunca iba a pensar que una conversación con una persona vainilla fuese a enriquecerme tanto como sumiso. "Pues me cuesta verte como sumiso, eres muy indisciplinado, para cumplir horarios, para estudiar...", me decía mi amigo, acertando de lleno en mi principal defecto como sumiso, en algo que tengo que mejorar y en lo que tengo que trabajar duramente. Y hablar en una sidrería, con mi mejor amigo, compañero de militancias políticas, compañero de juergas (muchas), de malos momentos (algunos), y de abrazos (muchos, soy muy abrazón y muy llorón, qué se le va a hacer), sin sentir necesidad de escondernos del camarero, que yo creo que alguna cosa escuchó, y no se mostró escandalizado, fue para mí el mayor ejemplo de normalidad del mundo.

Vamos a ver, que no estoy diciendo que haya que salir todos a la calle a gritar "SOY SUMI"/"SOY DOM", no estoy diciendo que haya que hablar de esto en cualquier sitio, en el trabajo o delante de la abuela que hace calceta. No. No hay ninguna necesidad de exhibirse inútilmente a las miradas de todo el mundo, porque eso nos puede acabar haciendo daño. No se trata de eso, pero sí de empezar a creernos, de una vez por todas, que somos normales. Empezar a comportarnos con normalidad. Evidentemente el entorno hace mucho, y del mismo modo que se lo conté a este amigo, y a algunos más, no se lo cuento a otros amigos, o a familia... Porque no todo el mundo tiene por qué saber lo que hago con mi sexualidad. Nadie lea esto como una invitación a vivir el BDSM a lo loco, no lo es. Pero quizá sí tenemos que empezar a abirnos más, a mirarnos a nosotros mismos con otros ojos. No sólo como comunidad, que también, sino como individuos. A modo de autoconsejo, quizá yo mismo deba dejar al lado los sentimientos negativos, la culpabilidad, los miedos, y ser, de una vez por todas, libre. Tan libre, tan libre, que me pueda poner cadenas, y que las cadenas me hagan aún más libre.




4 comentarios:

  1. Para empezar, decir que me encantaría salir con el chiflo ese del afilador gritando lo de Soy sumisa!!! Jajajaja me ha encantado oye.
    Siempre he pensado que muchas de las personas que están metidos de una forma u otra dentro de este mundo, lo están precisamente por el morbo de lo prohibido, es una manera como cualquier otra de sentirse diferente.
    Es el refugio perfecto de gente que tiene una vida muy pobre, y aquí encuentran ese rincón donde diferenciarse de los demás.
    Al final, aunque no todo tu entorno lo sepa, uno lo termina viviendo de una forma natural, lo integras en tu vida, como tantas otras cosas.

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  2. Eso intento, al menos, nim, aunque no siempre es fácil. No sé si a ti te lo resulta, o si al resto del mundo se lo resulta, pero yo encuentro ciertas dificultades, aunque también es verdad, que cada día estoy más convencido de que la mayoría de esas dificultades están en mi propia cabeza.

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  3. Dificultades? Todas!!! jejeje Unas en tu cabeza otras en la cabeza de los demas, unas reales, otras no... en todo caso no eres el unico, no estas solo :)

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  4. Pues muchísimas gracias por tus palabras :)

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