En no pocas ocasiones vemos que nuestros caminos avanzan en direcciones que
nunca antes hubiésemos imaginado. Sin ir más lejos, yo mismo, hace cinco años
no habría imaginado jamás que estaría participando de la comunidad BDSM
asturiana. Jamás habría imaginado que iba a salir del armario con prácticamente
todos mis amigos cercanos, con muchísimos amigos no tan cercanos, con parte
importante de mi familia... Jamás hubiese imaginado que iba a lanzarme a
intentar vivir esta sexualidad (con mayor o menor éxito) más allá del chat o de
las profesionales. Que conocería gente, que intentaría establecer relaciones
reales, que establecería relaciones reales con muchas personas que forman parte
del mundo BDSM, que llegaría a hablar abiertamente de todo lo que hoy hablo
abiertamente... Incluso puedo decir que jamás imaginaría que podría bromear con
mis amigos (vainilla) sobre BDSM abiertamente en cualquier contexto sin que eso
me hiciese sentir incómodo.
Con todo, hay que decir que a veces estos caminos nos hacen seguir pasos
que nos ilusionan, que nos agradan y que nos hacen muy dichosos, pero que en
otras ocasiones esos pasos siguen, sin poder evitarlo por caminos que no nos
gustan, que nos duelen o que nos desagradan, ya que los caminos que se nos
presentan debajo de los pies no siempre dependen de nosotros, de nosotros sólo
depende la firmeza de los pasos, y no se puede culpar a nadie por no tener el
paso firme, cada uno trabaja con las circunstancias y las herramientas con las
que puede en cada momento.
No pocas veces hacemos una serie de planes y cuando éstos no salen (por
hache o por be) del modo que contábamos sentimos una frustración muy grande, lo
que viene siendo algo natural y, hasta cierto punto, sano, pues es inherente
sentir dolor por lo que no sale si de verdad tenías el deseo de que saliese. No
obstante, si el dolor te paraliza, en ese momento, el dolor es inútil y sólo
puede ser fuente de más dolor. Y no hay lealtad humana, ideológica ni poética
que valga la pena la estupidez de hundirse en una espiral de abismo, por muy
heróico o romántico que pueda sonar en los clichés que podamos tener alojados
en la cabeza.
Avanzar, restablecer las prioridades y los caminos que uno quiere seguir,
allí cuando el camino que escogió no parece tener sentido, es un acto de
honestidad con uno mismo y con el mundo que nos rodea y, sobre todo, es un acto
de madurez y de sentido común, de supervivencia y salud mental. Y esto es
válido para todas las facetas de nuestras vidas. Para las facetas íntimas,
personales, sociales, colectivas...
Por lo que a mí me corresponde, el ejercicio de rehacer mis prioridades fue
difícil, duro... En parte por estar convencido que reestructurar mis
prioridades y mi sistema de valores suponía alta traición a los valores que
siempre sostuve (y que, en esencia, sigo sosteniendo) y a las prioridades que
tenía establecidas, así como a las personas, organizaciones y colectividades
(en un sentido muy amplio) que formaban parte de estas prioridades. Pero en
ocasiones hacer de algo el centro de tu vida no ayuda a nadie, ni a ti ni a
esas personas o colectividades a las que pretendías apoyar. Así, si el BDSM
formó una parte central en mi vida durante los últimos tres o cuatro años de mi
vida, hoy no sólo no está en el centro de mi vida sino que me doy cuenta que el
BDSM en Asturias no se vio particularmente beneficiado de que yo tuviese en el
centro de mi vida el BDSM y la participación social en torno al BDSM en este
pequeño país. Así, priorizar esta faceta de mi vida no sólo no fue positivo
para mí, sino que no fue positivo para nadie (y es que normalmente el beneficio personal que uno pueda sacar
no supone mayor satisfacción al lado de un fin social común, por encima del
propio beneficio y bienestar, o así pensamos aquellos que mamamos de
determinadas tradiciones).
¿Quiere decir esto que el BDSM no es ahora algo importante en mi vida? No,
evidentemente no. Yo soy quien soy, quien fui siempre. Soy bedesemero, soy
sumiso, y eso lo siento y lo llevo conmigo; otra cosa es que quiera hacer de
eso mi particular leit motiv o no, lo
que, en última instancia, no me hace ni más ni menos sumiso, ni más ni menos
bedesemero, ni más ni menos... Ni más ni menos, porque aquí no hay mases y ménoses salvo para los que se
emperran en competir por ser el más (y esos nos significan un menos tan
mayúsculo que podemos obviarlos sin despeinarnos).
¿Quiere decir, entonces, que quiero seguir participando del BDSM pero no de
su socialización, de su normalización o de las reivindicaciones o inquietudes
que como colectivo humano podamos generar los bedesemeros? De ningún modo. Como
dije antes, yo soy quien soy. Soy bedesemero, soy sumiso, y soy activista
militante. Soy activista militante en esta cuestión como en muchas otras,
porque soy sumiso en el BDSM, insumiso en todo lo demás (incluso insumiso en el
BDSM). Y lo soy porque si no no sería yo.
¿Quiere decir eso que no pretendo desarrollar esta faceta de mi vida dentro
de la comunidad bedesemera asturiana? No, Asturias es donde vivo, de donde
procedo y la tierra de la que soy y a la que estoy ligado. Si mañana me fuese a
Sebastopol entonces intentaría participar del BDSM crimeo, pero hayándome en
Asturias, lo único comprensible (para alguien que tenga el concepto que yo
tengo del BDSM, para alguien que tenga el concepto de la participación y la
militancia que yo tengo y para alguien que tenga el concepto de Asturias y del
territorio que yo tengo) es que participe del BDSM asturiano.
¿Entonces de qué estoy hablando cuando hablo de marcarme prioridades y de
establecer caminos? Hablo de algo más básico, más sencillo y, en consecuencia,
mucho más difícil de entender que cualquier concepto complicado (lo sencillo
siempre es más difícil de entender, porque tenemos muy poca capacidad de
permanecer en silencio).
Hablo de no perder los valores básicos en los que creo por mero
pragmatismo. Hablo de entender que la participación puede ser activa o pasiva,
y que la participación pasiva no es inmovilismo, por el contrario, la
participación activa puede ser tremendamente inmovilista si no lleva consigo
reflexión, reflexión que debe de ser permanente, contínua, autocrítica... Es
importante tener muy claras ciertas cosas, pero igual de importante es no
tenerlo claro todo. Pasa que quien duda de todo no avanza. Pasa que quien no
duda de nada avanza sistemáticamente hacia el abismo. Pasa que la seguridad
sólo es razonable si viene de la duda, de resolver la duda. Tenemos que generar
dudas, muchas dudas. Tenemos que dudar de todo lo que damos por válido para
poder resolver esa duda y, una vez resuelta, poder afirmar feacientemente en lo
que creemos, conviertiendo en un juicio posado lo que si no sería un mero
prejuicio.
Y ahí es donde tienen que cambiar mis prioridades y mis caminos. La prisa
ya no puede ser una consejera, cuando la experiencia demostró que la prisa era
una muy mala consejera. El conformismo no puede ser un aliado, cuando quedó
demostrado que el conformismo era un malísimo aliado. El silencio y la palabra
tienen que ser estrategias mejor elaboradas. Uno ha de convertirse, por muy
sumiso que sea, en amo de sus silencios y no ser esclavo de sus palabras.
Entender y analizar los hechos. Llegar a conclusiones. Y para eso hay que tener
clara cuál es la finalidad.
¿Cuál es la finalidad? La finalidad personal es, al menos ahora, estar
tranquilo. Descansar tranquilo. Que los remordimientos (los que uno tiene
justamente y los que uno tiene y no debería tener) no le roben a uno el sueño
más. Que uno pueda hablar con la serenidad de que no tiene nada que ocultar,
nada que callar ni nada que decir. Estar en paz con uno mismo. La finalidad
colectiva, por el contrario, es más grande y más sencilla. La finalidad
colectiva (la que yo asumo como propia, otros pueden no asumirla, cada uno
elige) es construir una comunidad BDSM al norte del Cordal, en esta tierra que
por razones que no vienen al caso en este blog es mi referencia territorial
(sin prejuicio de poder tener andaduras comunes con otras personas que tengan
otras referencias, pero teniendo claro cuál es la mía). La finalidad es que
nadie tenga que avegonzarse, ni en Asturias ni en ningún lugar del planeta, de
sentir lo que siente, de ser lo que es. Que nadie tenga que esconderse. La
estrategia es simple, pero difícil; contruir, para ello, una comunidad BDSM en
el trozo de mundo que vivimos. La táctica es menos simple y, quizá en
consecuencia, más fácil; generar una crítica que pueda ser mordaz y leal a un
mismo tiempo. Una crítica dura, sin licencias ni treguas, pero constructiva y
enriquecedora. El espacio circunstancial en el que se desarrolla esta táctica
puede ser dentro o fuera. Dentro o fuera de las distintas materializaciones de
la colectivización de la estrategia (y aquí, quien quiera entender que entienda,
pero, ojo, que entienda bien, y no lo que quiera entender). El espacio
circunstancial en el que se desarrolla esta estrategia es más complejo, es el
espacio que genera la comunidad bedesemera asturiana. Una comunidad innecesariamente
hostil (salvando las honrosas escepciones que siempre hay), una comunidad
incomprensiblemente temerosa de todo y de todos, una comunidad que no aspira a
ser comunidad, ni a generar movimiento... Pero sí a ser el movimiento (en una
incomprensión total del mundo en el que vivimos, una incomprensión, para más
inri, que deseamos mantener). Y contra ese espacio circunstancial... Ay, amigo,
contra ese espacio circunstancial es difícil pegarse cabezazos... Ahora sí, lo
difícil lo hacemos ahora mismo y para lo imposible a lo mejor tardamos un poco
más.
Soy plenamente consciente de que lo que escribo parece un geroglifico.
Parece que escribo ideas que nadie que no esté en mi cabeza puede entender...
Es necesario, porque una de mis nuevas prioridades es entenderme y entender el
mundo primero yo, los demás ya veremos... Y porque las palabras fáciles es
fácil entenderlas, pero es fácil entenderlas mal. Cuando uno es claro en sus
palabras sistemáticamente los demás entienden lo que quieren entender. En
cambio, cuando uno habla de esta forma sólo entiende quien quiere entender
(porque tampoco estoy diciendo ninguna genialidad que nadie pueda entender, la
diría con gusto, pero mi mente es tan mediocre como la de los demás), y leyendo
y releyendo creo que alguien entenderá claramente lo que quiero decir. Si no,
siempre está la posibilidad de preguntar.
Sin comentarios.... :)
ResponderEliminarUn beso
"Sin comentarios" es un comentario :p jajajaja
EliminarOtro besote, guapa, a ver cuándo nos volvemos a ver, que fue un placer conocerte en persona :)