Pincha y entra. ¡Hay que frenarlo!

lunes, 12 de noviembre de 2012

Hay veces que las cosas no salen como estaban previstas, y eso, en principio, parece malo. Este sábado tenía previsto asistir a la fiesta de aniversario del Triskel del Norte, pero la fiesta se vio aplazada por un pequeño problemilla (ver aquí) hasta el 24 de noviembre (aprovecho para decir que aún estáis a tiempos, rezagados, de apuntaros). Así que uno se queda sin plan... O no. Así que un grupo de amigos quedamos para cenar y no dejar que una mala noticia, el aplazamiento de la fiesta, nos arruinase el día.

Una cena sencilla entre cuatro amigos sin roles, nada, en principio, del otro jueves. Con una pequeña excursión previa, eso sí, y una serie de debates casi casi teológicos (y es que somos polifacéticos). Pero como suele pasar, lo que parece una cosa sencilla, no tiene por qué serlo, o no tiene por qué vivirse como algo sin importancia. Más allá de la importancia infinita que tiene pasarlo bien con la gente a la que aprecias y quieres, la importancia de tener la oportunidad de hablar de determinados temas que te hacen crecer, la oportunidad de recibir consejos y tirones de orejas cariñosos que te ayudan a crecer, y descubrir, una vez más, dónde metes la pata (ahora queda solucionarlo, ver veremos), y esos momentos sutiles que te permiten conocer mejor a las personas, no son para nada pequeñeces ni situaciones insignificantes.

Y es que a veces los pequeños momentos son grandes momentos, para conocer a los demás, sí, pero también para conocerse a uno mismo. Para conocer tus reacciones y para ver cómo, observándote a ti mismo, conociéndote, las reacciones van cambiando y haciéndose más racionales, incluso más placenteras, y ver cómo las cosas que antes a uno le dolían escuchar, porque no le gustaban, ahora le gusta escucharlas, porque le ayudan a crecer.

Sin duda hay mucho camino por delante. Sin duda me queda muchísimo para conocerme a mí mismo, para comprenderme y para construírme y que el resultado sea el que quiero. No sé cuánto tiempo puede llevarme, probablemente años, porque uno siempre se está construyendo, y realmente es un crecimiento que nunca debería detenerse. No es fácil, pero quizá deba comprender que el hecho de ser difícil no convierte el esfuerzo en un esfuerzo penoso, doloroso. Lo difícil también puede ser placentero, un reto a superar, un esfuerzo feliz, que nos hace sentirnos felices por el mero hecho de esforzarnos. Quizá esta visión se corresponda más con un deseo que con una realidad, pero la realidad se construye en base a los deseos, y en base a un esfuerzo nuevo, que nunca conocí. Quizá sea la hora de estender las alas y volar hacia uno mismo, construírse como sumiso de una vez por todas.

¿Será poca cosa una cena entre amigos? Me parece que no.





Y es que además, como se puede intuir en la foto, lo pasamos en grande ;)

2 comentarios:

  1. ¡Hola!
    Acabo de descubrir tu blog, y me está gustando.
    Esta entrada me ha parecido verdaderamente interesante, uno nunca se termina de conocer a sí mismo porque va cambiando al igual que su entorno...
    Me ha hecho mucha gracia la foto, jeje, es muy original todo.
    Un saludo desde Galicia, y te sigo!! :-)

    Att: http://diariodeunperroladrador.blogspot.com.es/

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  2. Muchas gracias Ismael, siempre es un placer conocer gente de Galicia, pues estamos muy cerca y soy un gran amante de esa tierra. Es verdad que uno nunca termina de conocerse del todo, quizá lo importante sea empezar a conocerse, aunque sea un poco, lo justo para no estar en la piel de un desconocido ;)

    Gracias por pasar por aquí :)

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