Pincha y entra. ¡Hay que frenarlo!

jueves, 23 de agosto de 2012

Olvidarse de uno mismo.

Ninguém consegue tornar-se um bom cantor, um bom dançarino, um bom pintor, um bom amante enquanto não se esquece de que está cantando, dançando, pintando ou amando. Entregar-se implica esquecer-se de si.
Nadie consigue convertirse en un buen cantante, un buen bailarín, un buen pintor, un buen amante, mientras no se olvide de que está cantando, bailando, pintando o amando. Entregarse implica olvidarse de uno mismo. 
José Eduardo Agualusa, O Lugar do morto.


Llevo poco tiempo en el mundo BDSM, quizá demasiado poco para poder sacar conclusiones suficientemente claras de nada, pero es inevitable pararse a analizar el camino que uno está recorriendo, aunque sea con un criterio reducido. Y me paro a analizar y llego a una conclusión, pienso demasiado en BDSM. Me paso el día pensando en BDSM, hasta el punto que en pocas más cosas pienso... Y cuando uno piensa demasiado en una cosa su pensamiento acaba siendo hueco, como un eco que se escucha y se repite a sí mismo una y otra vez, y en consecuencia, se vicia, no vale.

Hay vidas que sólo se viven en la cabeza, que son imaginadas, como cuando de crío uno cogía la pistola y era un cowboy, pero evidentemente uno sólo era un cowboy en su cabeza. Son vidas soñadas. Otras vidas son las vidas intelectuales, pensadas. Esas son más propias de otras edades. Esas son las vidas que uno piensa, no con su imaginación, sino con su raciocinio. Es decir, cuando uno se recrea en pensar y repensar lo que hace, lo que siente y lo que piensa. Por ejemplo, eso es lo que hago yo en este blog, a la hora de escribir lo que siento y lo que pienso, no sólo comparto con el hipotético lector (¡qué optimista, creo que alguien me lee!), sino que además construyo mis propios sentimientos y pensamientos. Es decir, es una forma de vivir una vida intelectual.

Y hay vidas que son vividas, vidas sensitivas (los términos me los saco yo de la manga), que son aquellas que se viven de una forma más visceral, más irracional, desde la piel y las vísceras. Evidentemente no podemos vivir sin soñar e imaginar, no podemos vivir sin pensar y reflexionar, pero no podemos vivir sin sentir, sin hacer y sin vivir.

Cuando uno vive de forma imaginada o intelectual, lo hace desde la cabeza, y en consecuencia se sueña o se reflexiona a sí mismo. Cuando uno vive de forma sensitiva, uno siente, actua, piensa... Pero no se piensa ni se siente a sí mismo, sino lo que le rodea. Quiero decir, por poner un ejemplo, cuando uno está en una sesión, siente, siente y ya está. No se siente a sí mismo, no es uno mismo, sin más siente. Vale, una sesión, muy bien... Pero una sesión no es el grueso de una vida BDSM, una sesión es una sesión, la sumisión es mucho más...

No, no tengo ninguna conclusión (tampoco tengo muy claro que sea necesario), pero hace algún tiempo estoy pensando que para vivir el BDSM he de aprender a vivir despegándome dejando de mirar para mi ombligo, olvidarme de mí mismo, de que hago BDSM, de que me quiero entregar. Dejar de pensar en que soy sumiso y en que quiero ser sumiso de alguien, para, defenitivamente, entregarme y ser un buen sumiso, para que esa persona tenga un buen sumiso, y para que mi decisión de andar este camino tenga realmente sentido.